
El proyecto nació como una consecuencia de los planes de desarrollo de los años sesenta, y su objetivo era, según Roberto Rodríguez, responsable actual del MAGNA, "abrir el país a la inversión extranjera para la explotación de los recursos mineros, pensando que sería un importante motor de desarrollo".
Este afán llevó a plantear un plazo de realización muy ambicioso para la magnitud de la tarea, que debía terminarse en 1988. Las inversiones destinadas a su elaboración fueron por ello muy elevadas durante el primer decenio de la tarea, lo que permitió terminar 569 hojas, el 49% del total, en 1980. Después, cuando quedó claro que la minería no iba a jugar un papel esencial en el desarrollo económico del país, los fondos menguaron y el ritmo se ralentizó. Para finales de 1990 sólo se habían añadido 319 hojas, en 1995 otras 155 y las 121 restantes tardaron 8 años en estar terminadas, si bien es cierto que se trataba de las más laboriosas.
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